CHINGONES AQUÍ Y ALLÁ. TALLER NUEVO NORTE: INFRAESTRUCTURA PARA MIGRANTES

A Lorena le pidieron que mostrara sus papeles. Planeaba actualizarlos en su regreso a México para vivir de manera legal con su familia en los Estados Unidos. Ya no puede tocar el suelo americano hasta dentro de veinte años. Raúl llegó a México huyendo de la violencia en su país. Tiene una licenciatura pero nadie lo contrata. No es ni de aquí ni de allá. Mónica carga con dos estigmas: ser una mujer trans y perseguir un sueño en otro país. Se encuentra en rehabilitación por ser víctima de violencia extrema. El señor Gustavo lleva tres meses viajando, necesitaba dinero para comprar las medicinas de su padre que murió hace dos semanas. No sabe qué hacer. Marisol sueña: creció en el vecino del norte y ahora busca integrarse a nuestra ciudad, cree fervientemente que todos tenemos algo que aportar. Todos vienen de otros territorios y se instalan por diferentes razones en la Ciudad de México. Todos son chilangos.

El Taller Nuevo Norte: Infraestructura para migrantes, impartido por el antropólogo Pablo Landa en colaboración con Rodolfo Samperio, Miguel Buenrostro, Luis Gil y el Laboratorio para la Ciudad, ha sido un espacio de reflexión que busca construir nuevas narrativas sobre la migración desde el punto de vista de los migrantes y el trabajo colaborativo. Nació en Tijuana y ha sido replicado en ciudades como Monterrey y Guadalajara. Es en 2018 cuando llega el turno de la Ciudad de México para ser parte de esta experiencia, ell taller se dividirá en dos fases, la primera, y a la cual nos referimos en esta entrada, fue realizada en enero, la segunda fase se realizará en julio del mismo año.

De la mano del Laboratorio para la Ciudad, el taller lanzó una convocatoria abierta a personas interesadas en el tema, principalmente estudiantes, para que se sumaran a dos semanas de trabajo etnográfico en el cual surgieron pláticas con instituciones como la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) y Médicos Sin Fronteras, así como visitas a albergues, casas de refugiados y el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (AICM).

Jóvenes diseñadores de todo tipo, arquitectos, ingenieros, urbanistas, antropólogos y comunicólogos se dieron cita en la azotea del Laboratorio para la Ciudad el 8 de enero de 2018 para iniciar un viaje en el cual descubrirán que los problemas que rodean a la migración en la ciudad son tan grandes como complejos; entienden, de primera mano que el objetivo del taller no es solucionar el problema sino replantear narrativas, hacer primeras aproximaciones a lo que significa para nuestra ciudad considerarse como una Ciudad Hospitalaria, Global.

Junto a Otros Dreams en Acción, los participantes lograron vertir ideas sobre el acomodo de su nuevo espacio, denominado “Pocha House”; asimismo, fabricaron un par de sillones estilo puff y ayudaron a crear de manera colaborativa un mapa del metro con información puntual que ayude a los deportados. En Casa Mambré, identificaron un espacio en la azotea en donde los migrantes y refugiados tendían su ropa y de vez en cuando, subían a fumar, a estar solos. Este espacio se acondicionó por medio de un huerto urbano, las personas que habitan esta casa, además de poder distraerse con una actividad diferente, podrán comer del fruto de su trabajo. Asimismo, el taller fungió como un primer paso, una provocación, para continuar rehabilitando y aprovechando estos espacios.

Finalmente, con Deportados Unidos en la Lucha (DUL) se expuso de manera inesperada pero bien recibida la capacidad que tiene el diseño para incidir en los problemas públicos. DUL es un grupo de deportados que busca ayudar a los recién llegados que arriban cada semana al AICM. Para financiarse, cuentan, entre otras cosas, con un taller de serigrafía en el cual producen sus propios diseños, y un servicio de tacos y aguas.

Con frases como “Deportado pero no derrotado” o “Bad hombre”, DUL hace evidente poseer una capacidad narrativa y creativa distinta, fruto de la simbiosis cultural que en ellos reside —característica compartida con los otros deportados, los dreamers—. Durante el taller, los participantes hicieron un ejercicio de brainstorming en el que se hicieron presentes dos frases: “Chingona aquí y allá”, y “#TodosSomosPuertaN”. Tras pedir ayuda a ilustradores y tipógrafos, el diseño final de ambas frases vio la luz.

“#TodosSomosPuertaN” generó ruido en las redes y por medio de entrevistas y mítines a los cuales asistieron con la playera, lograron destacar y posicionarse como uno de los principales grupos de atención a deportados en el aeropuerto. Comenzaron a obtener el reconocimiento, que si bien merecían, no habían logrado.

Cada una de estas caras conforman la diversidad del residente pluricultural de la CDMX, en donde parece que ser migrante, deportado o refugiado fuera lo mismo y cupiera dentro del paraguas que supone ser una Ciudad Hospitalaria. Reconocer la complejidad dentro de estos perfiles, sus historias tan distintas pero al mismo tiempo compartidas, le permitirían al gobierno de la Ciudad de México implementar una política pública en materia internacional que realmente incida en las personas, que pueda dar la bienvenida, pero sobre todo, garantice los derechos de todas las que buscan, o son obligadas a ver, a esta ciudad como su hogar.

Ejercicios de colaboración abierta y el diseño aplicado a las problemáticas de las ciudades como el Taller Nuevo Norte son necesarios, pero por sí solos tampoco son la respuesta a todos los problemas. Precisan de una red de personas dispuestas a colaborar y, así como el gobierno debe de reconocer y celebrar la capacidad de las personas para autoorganizarse, el diseñador debe reconocer la capacidad de los demás de generar diseño, convertirse en una herramienta que materialice sus ideas y no imponer gráficas o estilos que se creen mejor hechos, más estéticos.

Finalmente, debe entenderse que los procesos y las redes en los cuales se desarrolla este taller son igual o incluso más importantes que los productos. El valor del taller no ha sido entregar sillones, acondicionar espacios o diseñar playeras, sino generar redes y oportunidades de colaboración que por sí solas no hubieran surgido; reunir a un grupo interdisciplinario y demostrar que existen otras maneras de entender los problemas sociales, replantearse narrativas institucionales y de aproximarse a una solución de política pública desde el territorio.

Chilangos somos todos, o mas bien, el chilango tiene un poco de todos. Desde el mito fundacional de México-Tenochtitlan, en el cual el pueblo mexica migraba desde su ciudad de origen, hasta los constantes flujos de personas de toda la república hacia su capital en el siglo XX, la Ciudad de México ha sido un punto de reunión cultural, étnico y racial de toda la región, fue, mucho antes de que lo fuera Estados Unidos, la tierra prometida en la cual era posible fundar un imperio o perseguir tus sueños.

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